■ He hablado con una tía que está metida en las Plataformas Digitales de Libros. Le he dicho que tenía cien páginas escritas de una novela. Es mentira. Solo tengo una vaga idea que podría cuajar bien, o quizá ni eso.
Me ha explicado que este medio, ideal por lo inmediato de su publicación, sus mínimos costes de producción (sin papel, sin impresión, sin correctores, sin agente literario, sin librero, etc.) y su rápida disponibilidad para lectores de todo el mundo con una simple conexión a la red, está teniendo un éxito sorprendente y es, según ella, el futuro para nuevos escritores.
Es una magnífica noticia, un aliciente más para escribir y ser leído. Y de inmediato. No será preciso suplicar a las editoriales la lectura de tu manuscrito y, lo que es peor, aguardar a que algún despistado lector de esas empresas repare su atención en tu humilde novela vulgar y callejera. Y más tarde, si la diosa fortuna se detiene en un escritor barriobajero, y la editorial se arriesga con tu libro, entonces comienza la insufrible andanza por esas librerías del mundo donde la ilusión de tu vida se convierte en pasta de papel al cabo de dos semanas de poca expectativa.
Según esta chica, conocedora de la materia, el inconveniente de estas plataformas es el cuantioso volumen de obras que salen a diario, que hace muy difícil al lector decidirse por un título u otro.
Ahora, la mentira acerca del avance de mi novela, me obliga a escribir sin demora un buen número de páginas durante este fin de semana. Como mínimo le presentaré una buena sinopsis para la semana próxima. Ya estoy en el primer lío. Si alguien quiere ayudarme prometo citarlo en la novela follándose a una famosa de primera línea. Lo juro.
■ Veo imposible entregar una parte del relato, siquiera un resumen extenso. Tengo una idea: copiar novelas a trozos de distintos autores. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Tomar una estructura de novela como ejemplo, distribuir la historia en varios capítulos –sabiendo cómo debe acabar y comenzar cada uno de ellos-, y a partir de ahí rellenar con todos aquellos párrafos de novelas conocidas. Sí, exacto. Aportando como estilo propio aquel de los escritores que han desarrollado con éxito obras indiscutiblemente válidas.
Es fantástico y muy novelesco. Lo haré con suspicacia, de forma que nadie sospechará nada. Si la historia a copiar trata originalmente de un sheriff que liquida a todo el personal molesto de su pueblo de cara a una reelección del puesto, yo le daré la vuelta convirtiendo al sujeto en una prostituta dispuesta a eliminar a todas las almas que hayan descubierto su carrera. Con sentido del humor socarrón (como el original). Añadiré personajes un pelín depravados psicológicamente, a lo Highsmith, con la ironía de Chandler, algunos toques de glamour artístico –como Donna Leon-, desarrollando bien la trama imitando a Gardner, y con la brevedad concisa de Hammet.
Será preciso intercalar pequeñas historias a cargo de personajes tradicionalmente atractivos en este tipo de novelas. Larsson ha resultado un maestro en estas cuestiones: chica con tatuajes maltratada por los hombres hasta el punto de hacerla follar en contra de su voluntad. En contra pero ya queda escenificado. Muy bien, sueco. Esto cautiva a una parte considerable de lectores: ella no quería pero acabó follando. Me resulta familiar.
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